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Esther, la guerrera de Instagram; En 2011, un hombre lanzó “ácido del diablo”.



Mientras posa para el fotógrafo de Diario Libre, Esther Jiménez se fija en sus manos. “Ay, no me he arreglado las uñas”, se lamenta. Lo deja pasar y se enfoca en sonreír para eternizar su apariencia en una imagen, esa que desde 2011 solo tiene un ojo y la piel está llena de cicatrices, tras un hombre lanzarle “ácido del diablo” y sufrir quemaduras de tercer grado. Aunque su cara no es ni seña de cómo era antes de ese incidente, que le ocurrió a los 27 años, ella se muestra con libertad en su cuenta de Instagram. Los videos y fotografías que comparte son un termómetro de su estado de ánimo, que otros interpretan como lecciones de motivación personal. Sin proponérselo, a la fecha supera los 9,000 seguidores. Y es en esa comunidad virtual que encontró gente que le donó enseres del hogar y ayudó a conseguir un ingreso mensual.

El pasado martes ella y sus cuatro hijos se acostumbraban a los muebles nuevos que le donaron el pastor Marcos Yaroide, su esposa Laura Cardenes y otros cristianos. En la cocina tiene una nevera que le regaló otro seguidor de Instagram. Entabló amistad con una joven que le envió un tanque con comida desde los Estados Unidos. Desde hace dos meses recibe RD$10,000 luego de que alguien la ayudara con la gestión para ser incluida como asalariada especial en una institución pública.

No hay mujeres feas sino mal arregladas. Por ejemplo, yo estoy así pero si yo me arreglo, me pongo un chin de brillalabios, me suelto mi pelo, yo me veo hermosa”, afirma Esther, de 34 años. De ese espíritu se sostiene para compartir en Instagram imágenes de cómo es: una mujer que en vez de una piel lisa tiene protuberancias, que respira más por la boca porque la pequeña nariz que le reconstruyeron no es suficiente, que no puede cerrar completamente el único ojo que tiene, que sus labios son grandes e irregulares, que debajo de su pelo tiene un cuero cabelludo sensible por las secuelas del ácido y que sus piernas están marcadas por la piel que le ha sido removida para injertarla.

Aunque su caso ha sido reseñado por la prensa, y en algunas de las notas más viejas sus declaraciones tenían un dejo de pesimismo, ahora ella se da a conocer en la internet, donde comparte su cotidianidad, cuenta sobre sus alegrías y tristezas e incluso llora.